Como enfrentar las grandes crisis de la vida

Como enfrentar las grandes crisis de la vida

Una Reflexión desde Eclesiastés 6:10-7:14

Es cierto que todos hemos pasado algún momento de gran adversidad, algunos tal vez han enfrentado enfermedades que los han llevado al borde de la muerte, otros han pasado alguna crisis económica fuertísima, muchos tal vez perdieron su casa, alguien perdió a su cónyuge a su padre o a su hijo por medio de la muerte. En fin todos de alguna forma nos hemos visto enfrentados a crisis fuertísimas e indeseadas, tanto que llegamos a pensar que que nunca alguna vez algo así nos habría de suceder.

El libro de Eclesiastés nos brinda ayuda, en como enfrentar momentos tan difíciles como los antes descrito. Demos una mirada al capitulo 6, desde el versículo 10 en adelante.

El texto nos plantea que el ser humano es un ser débil, y que es imposible disputar con uno que es mucho más grande que él, en este caso el texto claramente se esta refiriendo a ese “mas grande” como a Dios mismo. Dios es infinitamente superior al hombre, es su creador y sustentador a la vez. Sim embargo, cuando enfrentamos crisis tan fuertes, caemos en una actitud irracional, que es querer disputar con Dios. Esto lo hacemos cada vez que culpamos a Dios por nuestras desgracias. Un buen contra ejemplo de esto lo encontramos en la vida de Job, que a pesar de toda la crisis que estaba enfrentando, perdió sus bienes, y su familia, pero aun así jamás culpo a Dios de su desdicha, sino que fue capaz de bendecir el nombre de Dios inclusive en aquel momento tan terrible. Así que lo primero que nos enseña el citado texto de Eclesiastés, es que no es sabio disputar con Dios, tratando de poner a Dios como el culpable de nuestra tragedia.

Luego en el versículo 11 vemos las consecuencias de tomar esta errada actitud, es decir de disputar con Dios, el texto nos indica que esta conducta genera muchas palabras de nuestra parte, palabras sin sentido, palabras irracionales. Tan irracional, por ejemplo, como echarle la culpa a Dios por haberme casado con la persona incorrecta. Antes bien la actitud correcta, sería asumir que Dios en su providencia nos ha dado lo que el soberanamente ha dispuesto para nuestras vidas, antes de disputar con Dios, nos sería muy útil tomar las palabras del apóstol pablo en Romanos 9:20 Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? 

En el versículo 12, el texto nos plantea dos preguntas, las cuales parafraseadas sonarían más menos así: ¿Cómo un hombre puede saber que es lo mejor que puede hacer en momentos de crisis? Y la otra pregunta es ¿Qué sucederá después que este hombre muera? La última pregunta tiene una respuesta simple para los que han puesto su fe en Jesucristo como el Señor de sus vidas, puesto que el propio Jesús dice en el evangelio de Juan 11:25 Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Así que por medio de la revelación que encontramos en el nuevo testamento podemos tener la seguridad, que lo que espera a los creyentes después de la muerte, es un estar continuo en la presencia de Dios en el cielo, mientras espera la resurrección de su cuerpo, en el día de la segunda venida del Señor Jesucristo a la tierra. Pero respecto a la otra pregunta, acerca del que es lo mejor que se puede hacer en tiempos de crisis, el texto nos da respuestas a partir del capítulo 7 desde el versículo 1 al 14, vemos que continuamente se repite la expresión “mejor es”.

Nos dice por ejemplo que mejor es el día de la muerte que el día del nacimiento. Esto nos puede sonar muy extraño, pero deja de serlo al meditar en estas palabras. Cuando un niño nace, eso significa que le espera una vida que no estará exenta de dolor, de tragedias, sabemos que cada persona enfrenta de alguna forma u otra esa clase de calamidades, esto es consecuencia de ser una raza caída, afectada por el pecado de Adán, sabemos que para cada descendiente de Adán, habrán muchos sin sabores en la vida, pero que del día de la muerte todo cambia, el autor de Eclesiastés lo entiende en el sentido que con la muerte paran de golpe todos esos sin sabores de la vida. Para los cristianos, la muerte es un momento de victoria, es un paso a una mejor vida.

En el versículo 3 se nos dice que el pesar es mejor que la risa, claro, esto es porque Dios muchas veces usa el pesar, la tristeza es usada por Dios para moldear nuestras vidas. En ocasiones Dios usa las crisis como disciplina sobre sus hijos, cuando estos se han apartado del camino, cuando han cedido terreno ante el pecado y han permitido que este domine sus vidas, en tales situaciones, Dios nos disciplina por medio de circunstancias difíciles y dolorosas que nos hacen reflexionar y arrepentirnos de nuestro mal camino, esto nos hace volvernos al Señor. O en ocasiones, no se trata de una disciplina por nuestros pecados, sino que se trata de pruebas, las pruebas vienen a nuestra vida para enseñarnos algo, por ejemplo, en la carta de Santiago capitulo 1, se nos dice: hermanos míos tengan por sumo gozo cuando se encuentren en medio de pruebas y dificultades, sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia. En este caso Dios usa las pruebas para que la iglesia crezca en paciencia. De tal forma que cuando uno contempla como Dios usa el dolor a nuestro favor, podemos entender porque el autor de Eclesiastés afirma que mejor es el pesar que la risa.

En el versículo 5 nos dice que mejor es la reprensión de los sabios que la canción de los necios. A nadie le gusta ser reprendido, porque es un golpe a nuestro orgullo, pero cuando esa reprensión viene de parte de una persona sabia, es una reprensión que debemos recibir de buena manera, puesto que es hecha por nuestro bien, es algo que nos edifica, aunque al principio nos puede chocar, tarde o temprano termináremos reconociendo que fue algo bueno recibir dicha corrección, algunos hoy en día desearíamos que nuestros padres nos hubiesen reprendido mucho mas en nuestra adolescencia, tal vez si lo hubiesen hecho, habríamos logrado cosas mayores en nuestra vida. Así que cuando nos encontramos enfrentando crisis, es muy útil buscar el consejo de personas sabias, aunque no nos guste lo que nos digan, recibamos dichos consejos con prudencia.

Se nos advierte en el versículo 9 el no apresurarnos a enojarnos, es muy fácil que cuando estamos en medio de una crisis, nos enfademos con facilidad, frecuentemente nos enojamos buscando culpables, parece que cualquiera que se nos cruzase por el frente es el culpable de nuestra tragedia y no tardamos en airarnos. Esta actitud es terriblemente dañina, no solo para nosotros, sino que el ser demasiado apresurado en enojarnos nos hace herir y ofender a muchas personas, lo cual a la postre nos traerá consecuencias negativas. Una de esas consecuencias negativas se menciona en el versículo 10. Es propio de las personas impacientes, que se enojan rápidamente al no ver los resultados que pretenden el hacer la siguiente afirmación: todo tiempo pasado fue mejor. Solo las personas ansiosas, que no están dispuestas a esperar los tiempos de Dios están siempre pronunciando esa misma expresión, tan poco afortunada. Si aprendiésemos a ser pacientes en medio de la prueba, si fuésemos capaces de reconocer que los tiempos son de Dios y que el ha determinado un tiempo para todas las cosas, podríamos crecer en paciencia en medio de la dificultad y evitaríamos hacer aseveraciones tales como esa que dice que todo tiempo pasado fue mejor. Si Cristo esta con nosotros hoy, no tenemos porque añorar tiempos pasados como si Cristo no estuviese con nosotros el día de hoy. Su promesa es clara; he aquí yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.

Finalmente, en el versículo 14 encontramos el broche de oro de esta porción del libro de Eclesiastés, nos dice que ciertamente Dios envía días de bien a nuestra vida, días en que las bendiciones fluyen. En tales casos el consejo que nos da el autor de Eclesiastés es que debemos disfrutar de esos días, si Dios te ha bendecido disfruta de las bendiciones que el te ha dado. Pero también nos advierte que vendrán tiempos de adversidad. No nos dice que los días de adversidad son para disfrutarlos, pero si nos hace un profundo llamado, y es a tener en cuenta que tanto los días de bonanza como los días de adversidad han sido creados por Dios. El saber que nuestro Dios es soberano, que domina todo, que no hay ningún aspecto de la vida que no este bajo su control, es un antídoto para el dolor que nos causan los tiempos de prueba, el tomar conciencia que Dios soberanamente determina los tiempos de bendición como también los tiempos de aflicción debería traernos consuelo en medio de la angustia, el saber que Dios tiene propósitos al hacernos pasar esta prueba, nos debiera hacer crecer en paciencia, nos debería ayudar a aprender que es necesario esperar pacientemente la salvación del Señor, nuestra fe aumentara, y el fruto que se produzca en nuestra vida por medio del día de aflicción, nos hará crecer y madurar espiritualmente. Disfruta del día de bendición, pero cuando te toque pasar por una dura crisis, recuerda que tanto el tiempo de bendición como el tiempo de angustia provienen de Dios. No entres en conflicto con Dios, eso sería completamente inútil, mas bien regocijate en saber que tu Dios sabia y soberanamente envió un tiempo de prueba, el estará contigo durante este tiempo, una vez que Dios haya culminado el propósito de la prueba esta pasara, no obstante, el tiempo de duración de tu prueba es conocido y determinado soberanamente por el Señor. Pero tú debes aprender junto con Job a adorar a Dios tanto en el tiempo de bendición como en el tiempo de la aflicción.

Job 1:21 Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. 

Que Dios te bendiga querido hermano.